La cerveza es una de las bebidas más popularizadas a nivel mundial. No podemos imaginar un aperitivo sin una buena cerveza, tampoco en el quiosco de la playa bajo el sol sofocante del verano o en la barra de un bar compartiendo conversación con un amigo. Lo cierto es que la cerveza, además de ser una bebida gustosa y refrescante, soporta como todas las cosas buenas, a continuación te presentamos varios mitos.

Si a nuestra cerveza le da la luz del sol de forma directa, varía el sabor: Verdad.

La oxidación que se produce en los compuestos del lúpulo la ocasiona la luz ultravioleta. Es lo que se conoce como “Cerveza quemada”. Así que para disfrutar de todo su sabor, mejor a la sombra.

Las cervezas claras tienen menos alcohol que las de tono más oscuro: Mito

En repetidas ocasiones habremos oído que la cerveza de tono más claro contiene un grado menor de alcohol que la cerveza de tono más oscuro; como decimos en el encabezado de este punto: es un mito. El grado de alcohol lo proporcionan los azúcares de la malta u otro cereal en su proceso de fermentación y la duración de este.

Un tipo de cerveza para servir según el plato: Verdad.

Como sucede con el vino, hay cervezas más apropiadas que otras según lo que vayas a comer. Dependiendo de la textura, grado de tostado o nivel de amargor, su sabor se verá acentuado con una comida correcta.

La temperatura afecta a su amargor: Mito

Esta característica de la cerveza no depende de la temperatura a la que se sirva, sino al lúpulo. Este el ingrediente que aporta los ácidos y aceites al sabor durante el proceso de elaboración.

Se clasifican por su color: Mito.

Generalmente se derivan en dos tipos: Ale y lager y cuyas características dependen del proceso de fermentación y la clase de levadura empleada. La malta es la propiedad que nos permite diferenciarlas en entre texturas oscuras y claras, atendiendo básicamente al punto de tostado, influyendo de forma sensible en el sabor.

Lo que saboreamos es el lúpulo: Verdad

Es un ingrediente básico a la hora de elaborar este líquido. Podríamos decir que el lúpulo es a la cerveza lo que un trozo de mármol a Miguel Ángel. Este ingrediente es el encargado de aportar los sabores y los diferentes aromas. Así mismo, influye a la textura de la espuma y añade propiedades antisépticas, las cuales también benefician a nuestro organismo.

Su sabor se ve influenciado según el tipo de vaso: Verdad.

Beber directamente de la botella. Este es uno de los mayores errores cometidos por los consumidores. ¿Por qué?, es sencillo: Al tomarla desde la botella, la forma de esta imposibilita que fluya la carbonatación, que las propiedades aromáticas asciendan adecuadamente, impidiendo de ese modo que se disfrute de una buena cerveza como es debido. A continuación clasificamos los recipientes en función de las características de la cerveza.

Tarro: Cervezas livianas (lager). Su carbonatación sube rápidamente.

Vaso Pilsner: Vaso fabricado para que la novedad del color se apreciase fácilmente. Su diseño permite ascender al carbono de forma adecuada.

Pinta: En la pinta se sirven las cervezas más aromáticas, así como las más tostadas.

Chalice: Este recipiente especial retiene el tamaño idóneo de espuma y preserva el sabor. La cerveza debe servirse bien fría.

Y como si de una alborada se tratara, dejamos el “gordo final” para lo último.

La famosa barriga cervecera: Mito.

He aquí el mito más extendido. Sí, has leído bien. Tu barriga cervecera (si la tienes), no es a causa de la cerveza. No hay estudios específicos que indiquen tal efecto. Así que puedes, con toda moderación, disfrutar de una cerveza fría con amigos o bien solo viendo una película, como prefieras pero, ¿entonces qué hace que tengamos “barriga cervecera”? Te damos la respuesta.

Sucede que cuando consumimos bastante cerveza, el hígado trabaja concentrado en quemar el alcohol y eliminar las toxinas de esta, obviando el resto de toxinas y grasas que puedas estar comiendo en el momento como patatas fritas, algún bocadillo, frutos secos o cualquier acompañante generoso en carbohidratos. Este y no otro es el causante de la “barriga cervecera”. Así que sí, la cerveza no engorda, sino con lo que la acompañas.

¿Te apetece una buena cerveza?

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